La periodista y escritora, Premio Nacional de Periodismo, Mónica González; la psicóloga y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Elizabeth Lira; la abogada de DD.HH, Andrea Gattini y Haydee Oberreuter, víctima sobreviviente de prisión política y tortura, abordaron la justicia transicional y género bajo un enfoque histórico y crítico, en el marco del debate pre constituyente.
Desde tiempos inmemoriales las mujeres han sido víctimas de violencia y violaciones de derechos humanos como consecuencia de un sistema patriarcalque las ha relegado siempre a un segundo plano e incuso las ha invisibilizado socialmente. A pesar de que los tiempos han cambiado y se ha avanzado en materia de derechos y empoderamiento femenino aún queda mucho camino por recorrer. Nuestra historia reciente refleja cómo los abusos y la violencia siguen siendo un patrón de conducta por parte de agentes del Estado.
Para contextualizar, en la dictadura más de un centenar de mujeres fueron asesinadas o detenidas desaparecidas y la violencia sexual fue una práctica sistemática. Así lo establecen los 3400 testimonios de mujeres presentados a la Comisión Valech, de los cuales casi la totalidad admite haber sido violentada sexualmente: violaciones, abortos, embarazos forzados y partos clandestinos.
Una realidad que se repiteque con algunos sesgos en la actualidad. Según cifras del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), desde el estallido social el 18 de octubre de 2019 se presentaron 292 querellas por violencia sexual por parte de agentes del Estado.
En este contexto y, en medio del debate pre constituyente, se realizó la tercera jornada del Ciclo de Conversatorios “Nosotras, Nosotros y Nuestros Derechos”, cuyo tema central se denominó “Justicia Transicional y Género: los derechos bajo un enfoque histórico y crítico”, cuyo panel estuvo conformado por dos premios nacionales, como la periodista Mónica González y la psicóloga Elizabeth Lira; además de la abogada de DD.HH, Andrea Gattini y Haydee Oberreuter, víctima sobreviviente de prisión política y tortura.
Si bien en la actualidad se vive en Chile y en el mundo un auge en donde cada vez más mujeres pierden el miedo y se atreven a denunciar los abusos de los que han sido víctimas, por largos años el silencio fue y sigue siendo la piedra angular de la impunidad. A juicio de la psicóloga, Elizabeth Lira el mayor problema que ha dejado la impunidad sobre las mujeres “es la creencia de mucha gente que el encubrimiento y el secretismo es algo que beneficia a la comunidad. Históricamente nosotros tenemos una fuerte tradición de impunidad como fundamento de la paz social y eso no solo se replica a nivel político, sino también en la vida cotidiana. Cuando hace quince años había una fuerte presión por parar los procesos judiciales porque ya había sido suficiente con dos casos emblemáticos como el Caso de Orlando Letelier y el Caso Degollados, destapar más procesos judiciales harían que se despierten las odiosidades y con odiosidad no podremos vivir”.
Para la Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, ese concepto de no nombrar las cosas que ocurren tiene no solo el lado político de las víctimas, sino también el lado de los abusos de la iglesia y los abusos que ocurren en todos lados, tienen siempre la complicidad silenciosa de las víctimas. “ A mí me parece que las mujeres deben y tienen que decir verdad en los espacios en que les toca, porque yo quiero decir algo que me hizo pensar desde chica y que pasaba en mi casa y en muchas otras casas, quienes eran las encargadas de poner la censura eran las madres o las abuelas que sin darse cuenta decían en esta casa no vamos a hablar de política o religión porque yo quiero que la fiesta termine en paz y en esta decisión nosotros lo que no hemos aprendido es a resolver nuestras diferencias porque no lo aprendemos en la casa. Un tema que hay que reflexionar y debatir porque tenemos que aprender a conversar”.
Testimonio de fortaleza y resistencia para que nunca más
El relato de Haydee Oberreteur conmueve por su fortaleza y valentía. Víctima de prisión política y tortura fue sometida a un aborto forzado. Pese a esta experiencia traumatizadora, Haydee sobrevivió y decidió luchar y unirse a la resistencia. “La primera vez que fui agredida fue por agentes de la Armada de Chile. Yo soy porteña, por lo tanto crecí amando y respetando a la Armada de Chile. Yo era una joven que llegó a la Universidad de Chile a estudiar Historia, representante de la carrera en la FECH, militante de izquierda y eso me convirtió automáticamente en una persona peligrosa a la cual se debía buscar viva o muerta”.
Y agrega “la tortura tiene como objeto derribarte moralmente, pero además inmovilizarte por terror. En mi caso por razones que no tengo cómo explicar salió al revés y como sobreviví a los ataques de los que fui objeto me prometí que nadie que tuviera actitud ante la vida merecía estar en el poder y que yo iba a permanecer en mi país y que haría todo lo que estuviera a mi alcance por sacarlos de ahí y para hacer eso me tuve que callar esa fue la primera etapa de callar”.
Continúa señalando “yo no aborté por las torturas de las que estaba siendo objeto, no porque me estaban poniendo corriente y producto de eso perdí mi guagüita. Ellos deliberadamente me atacaron con corvos bajo el argumento de que estaban eliminando a un terrorista más <<un terrorista menos>>, dijeron. Y me callé. Me callé para mis compañeros de partido, me callé para todo mundo e hice lo que creía que tenía que hacer: quedarme en la lucha y la resistencia que era lo yo quería: que esta gente saliera del poder que habían tomado con malas artes y malas prácticas”.
“En algún momento de la historia yo entendía que con mi silencio yo estaba contribuyendo a la impunidad. Y de eso me di cuenta después de la Comisión Valech”.
Andrea Gattini, como abogada de DDHH ha debido sumergirse en estos casos de horror tanto de violencia política como de violencia doméstica y comenta “nosotras como mujeres de esta sociedad nueva y ad portas de volver a pensarla yo creo que los testimonios de lucha nos han hecho luchadoras a nosotras también. A mí me ha tocado muy de cerca ver los testimonios de mujeres y lo que tuvieron que pasar en la dictadura, insertas en una sociedad profundamente patriarcal de la cual hemos ido saliendo pero nos falta mucho todavía, de un régimen que pretendía su despolitización completamente, neutralizar su participación en la vida pública, circunscribirlas a su rol de madres y esposas. Yo siempre digo que las mujeres sobrevivientes de la dictadura y de los años venideros son mujeres superpoderosas porque a pesar de todo lo que pasaba fueron las que se tuvieron que hacer cargo, de esas esposas y madres que se hicieron cargo de sus hogares, de buscar a sus familiares y además la justicia, la verdad la reparación”.
Para la psicóloga Elizabeth Lira uno de los principales obstáculos para que las mujeres abran camino a la justicia por las violaciones de que han sido objeto es que “hay un peso histórico de habernos formado culturalmente como personas que tienen que resistir, soportar, aguantar y no quejarse, eso es parte de la cultura tradicional de este país, entonces transformarse en una persona sujeta de derechos que tiene capacidad de hacer valer sus derechos te obliga tantas veces a hacerte cargo de los riesgos que tiene que tú te constituyas como sujeto de derecho. Eso es parte de lo que le ocurre a muchas personas para poder hablar de lo que les ha ocurrido y para poder pedir justicia. La presión por el silencio ha sido parte de la argumentación histórica desde el tiempo de la dictadura hasta el presente”.
Respecto a cómo han tratado los tribunales los apremios cometidos en dictadura, Gattini sostiene que “para la época de la dictadura nosotros teníamos otro código penal que consideraba los apremios y tormentos como un simple delito y tenía una pena muy baja, eso ha sido un problema respecto a ese manto de impunidad que han tenido estas causas y durante muchos años dijeron que no valía la pena ir a pelearlos a tribunales lo cual lo encuentro sumamente violento desde ya. Recién el año 2016 por la ley 20968 eso cambió cuando se tipificó el delito de tortura en nuestro ordenamiento jurídico y se incluye el sufrimiento de carácter sexual y se le da la pena acorde a la gravedad del delito, porque el delito de tortura es el más grave que pueden cometer los funcionarios públicos y a mí me parece descabellado que tengamos que haber llegado al 2016 para entender eso”.
Y agrega “en la tramitación de las causas hay un pudor muy grande respecto en las causas por apremios ilegítimos Si nosotros podemos estudiar los fallos de derechos humanos por crímenes cometidos durante la dictadura en general en los hechos acreditados dice que la víctima sufrió apremios ilegítimos y no hay una constancia histórica importante de que esto no vuelva a ocurrir, porque en el saber está el no volver a repetir”.
Por lo mismo Gattini insta a que “aprovechemos el proceso que vamos a enfrentar ahora como mujeres, que aprovechemos esta oportunidad de construir una constitución paritaria antes nunca antes visto. Es una hermosa oportunidad de estar presente, aprovechemos mujeres, participemos: Aprobemos: Convención Constituyente”, finaliza la jurista.